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Morir en Uruguayo: la reivindicación de un género poco popular en una industria pequeña

Actualizado: 16 mar 2022







Aunque el cine de terror en Uruguay no tiene la cantidad de producciones suficientes como para ser tratado como una industria, principalmente considerando las particularidades o hasta limitaciones propias del desarrollo de la industria del cine en el país, sí ha tenido sus precursores, entusiastas y nuevos directores que se han encargado de alimentar la filmografía nacional con películas de miedo.


El género de terror, que comenzó en Uruguay a partir de las producciones bajo presupuesto, también llamadas de "clase B", siendo una trabajo principalmente de aficionados que subían sus trabajos a plataformas como Youtube, hoy ha llegado a instalarse en las producciones cinematográficas uruguayas y logrado llevar el cine charrúa a un nivel internacional.


Es interesante, pensar, que un género que suele estar un poco renegado, que no siempre es asociado a lo que teóricamente consideramos “cine de calidad”, es justamente el género que ha estado en auge en una industria tan pequeña haciendo crecer a muchos directores de cine que no esperaban las respuestas de los espectadores y de la crítica internacional sobre sus películas.


Federico Álvarez, Maximiliano Contenti y Ricardo Islas son solo algunos de los directores que han introducido este cine, muchas veces llamado “de culto” en las carteleras de cine locales. El género slasher ha sido el que más se ha repetido por parte de los cineastas, las historias que nacen a partir de un psicópata enmascarado que va asesinando con un arma blanca a un grupo de personas movido por un sentimiento de ira o venganza. Con “Al morir de la matiné”, el último éxito del cine de terror producido en Uruguay, Maximiliano Contenti logró demostrar que se puede salir de la audiencia nicho que suele interesarse por el cine local.


Es interesante, porque considerando las limitaciones de una industria diminuta, lo que suele suceder es que se busca un producto que apele a lo cultural pero que a su vez, sea aceptado por los propios críticos que entienden que para aprobar un proyecto de este tipo deben haber dos factores: una complejidad que manifieste la capacidad de los creativos, buscando que de cierta forma se pueda ver un cine de culto, pero que al final no signifique pérdidas.








Fuentes: Escuela de Cine del Uruguay (ECU)







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