Esta no es una película biográfica de “Tanguito”, el verdadero, la figura atormentada que compuso “La balsa”, una canción emblemática para la música de Argentina. Sino más bien, una historia que romantiza la leyenda de un ídolo al que se le adjudican la creación del rock argentino.
El grito feroz de un público controlado por figuras que en su época parecían idílicas, propias de una generación de músicos que movieron masas. Literalmente. Que gritaron en contra de las estructuras sociales que a la par con ellos, marcaron una época en Sudamérica cargada de música y de cuestionamientos sociales. Una sociedad quebrada por las faltas de libertades y que buscaba un mensaje. Un movimiento cultural que surgió en Argentina ante un escenario que estaba dominado por una industria promotora de letras, en ese entonces cómplices, que venía a quebrar con el status quo arraigado a la falta de democracia. Ahí aparecen Luis Alberto “Flaco” Spinetta, León Gieco, Sui Generis, el posterior Serú Girán y tantos otros. El fin de la dictadura y por ende, el regreso de la democracia, la guerra de las Malvinas y a su vez una nueva ola tanto musical como cinematográfica. Un cine más liberal y que lograba hacerse de mensajes que reflejaban lo que fueron los años de opresión en una Argentina que empezaba a rearmarse.
Fernán Mirás interpreta a un joven músico rebelde que se niega a vender sus principios para llegar al éxito más rápidamente. También se incluye una historia de amor, un poco cliché, entre el rockero de pocos recursos, y su musa, Mariana, joven hija de militar cuya rebeldía se basa en aparecer en conciertos clandestinos. "Tanguito", el nombre del artista, busca su lugar en el mundo de la música mientras intenta mantenerse fiel a sus principios, su ética. El deber ser, la crisis social que azotaba la Argentina de finales de los años 60, la dictadura y el silencio de una sociedad que trataba de encontrar su voz nuevamente. Tango es una víctima de un sistema que lo apagó, sin recursos, pero con su guitarra. Una historia un poco desesperanzada pero que resulta siendo una fuerte crítica a una sociedad que no ha cambiado tanto como uno podría esperarse.
Tango Feroz tiene mucha poesía, una estética que recuerda a Alan Parker en Fame o The Commitments, y una banda sonora potente e icónica. Una crítica que va más allá de lo meramente social y recae en las particularidades, que hasta hoy se mantienen, sobre el deber ser y de lo que se espera deberían ser los proyectos de un joven. La vida de “Tanguito” se frustra y se apaga en las manos del sistema, que al no poder puede cambiarle, lo mata, literalmente. Una historia que termina siendo trágica, pero que logra transmitir un mensaje que aún al día de hoy sigue teniendo la misma validez. Un final injusto para un personaje con el que el espectador se encariña.
En este film, Marcelo Piñeyro termina dando un mensaje sobre la superficialidad, las estructuras sociales, sobre las prioridades, sobre el futuro, y la inocencia de la juventud. Un mensaje que al mismo tiempo tiene un valor atemporal, tan válido para el marco en el que se mueve “Tango Feroz”, cómo el actual. El “Todo no se compra, todo no se vende” fue un mensaje que en su momento tenía un fuerte valor político, se trataba de un contexto en el que las libertades estaban totalmente reducidas, que se aplica también a la época en el que el film salió, en una Argentina en crisis por la mala gestión de los políticos, y que logra extenderse hasta hoy siendo el consumismo como una de las principales características de nuestra generación.
Este monólogo completo fascinó a los jóvenes que vieron esta película cuando se estrenó. "A mí en general me gustan los viejos, los que tienen memoria. Y por si vos sos de lo que se olvidan, yo te recuerdo algunas cosas que ahora tengo claras", decía Tanguito en la escena final, un momento aún más triste considerando que el personaje le habla al hombre de 45 años en el que nunca se convertirá. Este pequeño fragmento es una revelación que aparece luego del desenlace final. Un final que frustra al espectador y que se vuelve aún más triste cuando se desvela esta filmación que Tanguito había grabado en la cúspide de la película, en su momento de mayor felicidad. Es una película que hoy en día se considera hasta de culto, un reflejo de la cultura argentina que logra entrelazar dos generaciones y también funcionó como plataforma para darle popularidad a sus actores: Cecilia Dopazo, Leo Sbaraglia y al propio Fernán Mirás.
Este film es otro caso que reafirma nuestra teoría de que el cine latinoamericano tiene algo muy particular y genuino que es el carácter de reflejo de las diferentes realidades sociopolíticas que se destacan en la región. Una característica que hemos visto se repite en las diferentes películas sin importar el país en específico.
Aquí puedes ver la escena final de "Tango Feroz":
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